martes, 10 de octubre de 2006

Versos nuevos


Hay dias en los que me levanto pensando en verso. En uno de esos días nacieron estos tres poemas, que creo que son una secuencia desordenada de una misma historia.


Se va a oxidar la luna.


Un día se va a oxidar la luna
de tanta lluvia cósmica
y tanto contraste con el infinito,
de tanta competencia desleal con el astro rey,
de tanto llanto para desinflarse.


Se va a poner roja o marrón
y va a llamar más la atención que las estrellas.


Un día se va a oxidar la luna
para que Dios la note y le de brillo.


Yo te voy a hacer lo mismo.






Desamor.


Desamor de insultos bien colocados
en las llagas más profundas y sangrantes,
de cientos de momentos que arruinaste
con el agua fría de mis decepciones;
de infamias, de mentiras dolorosas
punsando en lo que vos no calculaste,
en este desamor que me congela,
que es puro llanto y somatizaciones
ferozmente concebidas desde el centro
en el que yo estaba hasta que vos me desplazaste,
siete decibeles arriba de lo indicado,
colgada en desamor me has dejado.
Hombre... en cuánto vos también te equivocaste.






Ayer.

Te vi caer del último piso de la Torre de Babel
con la potencia de las cosas impulsadas por las fuerzas místicas,
de las alturas inmemoriales del universo, caer,
como en picada a la fosa cósmica;
acelerando por momentos en el brillo de tus palabras
que cambiaron el lustre por la madera rústica.
Disminuyendo en el terciopelo de tus ojos
que me daban ganas de ser cama elástica,
pero seguiste sin verme tu camino
y no pude frenarte más allá de mis súplicas.