lunes, 3 de marzo de 2008

Desde la selva


A Ingrid Betancourt


Quién sabe si habrá
un mañana de palomas blancas,
una verdadera libertad reposada
que hoy es mezquina e ilusoria
para los muertos que habitan la selva;


quién sabe si habrá un último abrazo
o un color distinto al que tienen las cosas,
si habrá una cálida cama tendida,
un recuentro conmigo misma.


Quién sabe si este cuerpo
que me retiene débil
me dejará escapar hacia otro rumbo,
si soportará un día más de tortura,
de ausencias como garrotes
golpeándome la nuca
en este juego perverso de poderes,
donde soy un peón acobardado.


Quién sabe si yo quiero
un día más de vida…