El mar no basta.
Tampoco la negrura
de los sillones en los que te posas
cuando mi imagen recorre
con impunidad tu casa.
Conmigo se retira el equilibrio
y se destruyen
los biográficos recuerdos
que te unen a otros amores.
No bastan los remiendos
No bastan los remiendos
ni los intentos superfluos
de proscribir al arte
que implanté en tu subsistencia.
Conmigo cambia el paisaje,
se enfría la sangre que te aviva,
y no existirá quien pueda
arrancarme para siempre de tu vida.