domingo, 2 de mayo de 2010

Que nada nos una

 
No sos los minúsculos despertares,
ni las volátiles palabras que en la tarde
suenan como campanas radiantes
y que por las noches desvanecen
ante el resplandor de otras mujeres.

No sos tus cartas de tres palabras ni tus fotos,
esas que jamás posaran en un marco,
ni la asociación urgente
de tu nombre y el mío
en los comentarios de maldad sedientos.

No he sido yo la que te ha amado,
ni fuiste quien hoy lo es todo.

Que nada, nunca más, nos una.
No sos la luz en mi departamento,
ni la duda constante que me abruma,
ni este poema de amor,
ni nada.