He deshecho las horas.
He inundado de pájaros el balcón de mi casa
y lavado de a una las sombras
que arrimadas a mi hombro ilustran tu boca.
He trucado en censuras tu presencia absurda
y plagado de extraños perfumes los rincones,
exiliando la púrpura imagen que simulas,
trozando las sonrisas irónicas y crueles.
Me ha golpeado tu paso certero aplastando
con total impunidad mi subsistencia.
He disipado mi aliento intrascendente
para que no te roce ni en suspiros.
Y he extirpado el ritmo de tu amor y el mío
que me resonaba como una tortura,
para que mi piel te desdibuje
y mis sábanas crean que padecen amnesia.