lunes, 23 de mayo de 2011

Muda

Tal vez no tenga nada que decir.
De pronto ocurrió lo irrenunciable,
y el estrepitoso acantilado se extendió infalible
bajo mis pies descalzos.
En mi orilla se secaron las letras,
se enmudecieron las rimas asonantes
y la voluntad se esparció sobre la piel
para que las ganas de vos se acallaran.
Supe que nunca fui algo posible
ni figuré el amor ni la respuesta.
Acromática me trasladé sobre el recuerdo:
todo, todo, todo había sido mentira,
tendría que reinventarme y anestesiarme
para mirarte a los ojos sin que duela.
Las hojas siguen pintadas de blanco.
Me has arrebatado las palabras.