domingo, 18 de mayo de 2008

Triste realidad.


Qué ilusa creer: "es mío,
como mi nombre, mis libros y mi casa",
y que para siempre existe en el finito
e infiel palpitar de tu existencia;
que la transparencia de tus palabras
no era un gran vacío como ha resultado,
un espejo tuyo y de tus historias,
sino la verdad que yo quería.


Que mi espacio era tu hogar anhelado
y tu amor un escudo que me protegía
de las balas opositoras y la tiranía.
Qué ilusa creer que me querías
y que las otras no eran sino caprichos,
errores magnificados por tu juventud;
que perdonarte sería olvidar y cerrar la herida,
que aún lastimada podría empezar de nuevo
y que ahora si serías
el honesto guardián de mi alma,
la mitad de esta mitad tan sola.


Que ilusa creer que podría volver a amarte
después de descubrir que todo fue mentira.