lunes, 2 de diciembre de 2013

Odiseo



Terminó la guerra
y yo hice y deshice
la espera incontable cantidad de veces.
Me transformé en estatua
y para no ver a los otros
dejé las cuencas sin ojos.
Mientras las ninfas te envolvían
en el río del tiempo,
yo rompía con violencia los relojes
y tapaba todas las ventanas
para no ver como el Sol las transitaba.
Inmutable rondaba tu imagen
de dios y de héroe.
Luego hubo un día
en que tanta barca vacía
colmó todos los espejos,
y aplacando el dolor de tu ausencia
pude sentir las manos entumecidas.
Me pareció mentira
ver como se había desplazado el calendario
y contemplé con pavura
 que el mundo no se había detenido.
Odiseo, no vuelvas.
Ya he terminado tu sudario
y he abandonado Ítaca.